Sus granos rojos están cargados de componentes antioxidantes que solo le hacen bien a nuestro organismo
Lleva el nombre de una famosa ciudad española, pero es oriunda de Croacia, Grecia, Palestina, Irán, Afganistán y Paquistán. Hoy la granada no solo se cultiva en esas zonas, sino también en otros países de Asia y Europa, y en América. Su piel es dura y contiene jugosas semillas de color rubí, separadas por unas membranas internas (carpelares) que no son comestibles. Su nombre científico es ‘Punica granatum’.
Componentes anticancerígenos
En los últimos años, investigaciones experimentales han revelado que algunos de los fitocomponentes de la granada (antocianinas, tiamina y riboflavina) muestran una fuerte actividad antioxidante, como otras frutas, y demuestran su capacidad como agentes antimutagénicos naturales. No son estudios concluyentes, pero sí le atribuyen a esta fruta propiedades para el tratamiento de enfermedades tumorales.
Qué males alivia
Su alto contenido en potasio la convierte en fruta ideal para combatir la hipertensión arterial, problemas cardíacos (como arritmia) y problemas de arteriosclerosis por colesterol alto. Y gracias a los taninos –que son componentes astringentes y antiinflamatorios– también es efectiva para solucionar problemas del tracto digestivo, como diarrea, flatulencia, cólicos o parásitos intestinales.
El consumo de estos deliciosos granos rojos estimula, además, la producción de serotonina y los receptores de los estrógenos, con lo que mejoran los síntomas de la depresión y se estimula la masa ósea.
Cuánto consumir
No existe una cantidad recomendada para percibir su efecto anticancerígeno, pero tomar 100 ml de jugo tres veces por semana durante un año, ayuda a reducir la presión sistólica. Los expertos recomiendan comer una granada dos o tres veces por semana, de preferencia fresca, sola, en jugos, extractos o en ensaladas de fruta y verduras. Si se cocina o se almacena por tiempo prolongado, sus compuestos antioxidantes pierden propiedades.
Cómo elegirla y conservarla
No es una fruta tan popular como una manzana, por ejemplo, por eso elegir la mejor puede requerir un poco de práctica. Escoge aquellas que tengan la cáscara firme, dura y lisa, sin magulladuras, arrugas ni grietas. Descarta las muy grandes y las muy pequeñas, selecciona las medianas y que tengan buen peso. No son muy aromáticas, así que no te guíes por su olor, pero sí por su color. Las de tono rojo intenso con algunas vetas marrones están listas para consumir.